Columna de Opinión: Beneficios de alimentos con propiedades funcionales

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Jonathan Núñez Torrijos, Máster of Science University of Manchester, Gerente General Consorcio IFAN

Existe una frase célebre que dice “Tú eres lo que comes”, o “Dime lo que comes, y te diré quién eres”. Cada día se acumula más evidencia científica de que estos proverbios tienen bastante razón. Con el paso de los años ha aumentado la prevalencia de diabetes tipo 2 en Chile y en el mundo, y como bien se sabe, esta enfermedad está asociada a factores de riesgo como el sobrepeso y la obesidad, condiciones que dependen en gran medida de la dieta. Así como ocurre con la diabetes, hay otras enfermedades que se ha visto o pueden ser al menos en parte influenciada por la dieta que la persona lleva, como por ejemplo la resistencia a la insulina, enfermedades del sistema cardiovascular, la hipertensión arterial, el cáncer de colon, entre otras.

Si la dieta puede causar enfermedades, es lícito hacer la pregunta inversa: ¿Puede contribuir la dieta a prevenir enfermedades? La respuesta es: ¡Claro que sí! Con esto no nos referimos sencillamente a llevar una dieta en particular, por ejemplo, baja en calorías, o alta en proteínas, o seguir la moda del momento, sino que nos referimos al aporte que pueden llegar a ser los alimentos con propiedades funcionales en el marco de una vida sana. Un alimento tiene propiedades funcionales si además de su aporte nutricional, tiene un efecto positivo para la salud y bienestar del ser humano al ser ingerido como parte de una dieta normal. De este modo, un alimento podría tener efecto antiinflamatorio, antioxidante, antihipertensivo, u otro. Por ejemplo, una taza de porotos negros, o una taza de avena, además de ser buena fuente de proteínas, contienen una parte importante de la fibra soluble que una persona debería comer al día. La fibra soluble es importantísima, ya que se ha visto reduce el riesgo de enfermedades cardiovasculares, y suele favorecer a la flora intestinal.

Existen además ingredientes, que, al ser añadidos a un alimento, contribuyen a otorgarle propiedades funcionales, cuando antes no las tenía. Es una manera de fortalecer un alimento. Si nos atenemos al ejemplo de la avena, se podría extraer la fibra soluble de la avena, y añadirla a un flan, o una barra de cereal, o cualquier otro alimento. En muchos casos, basta con tomar componentes que se encuentran en una materia prima natural, y añadirlos a alimentos normales, que todos consumimos.

Esto es lo que se está haciendo en el Consorcio de Ingredientes Funcionales y Aditivos Naturales, IFAN, un consorcio de empresas y universidades que cuenta con el respaldo de CORFO y Transforma Alimentos, que se dedica a desarrollar ingredientes para la elaboración de alimentos con propiedades funcionales y aditivos naturales a partir de materias primas chilenas, de forma tal de que la industria de alimentos pueda luego añadirlos a sus productos y así contribuir al bienestar de la ciudadanía.

Si somos lo que comemos, la pregunta que planteo al lector es: ¿Quién quieres ser?