La obesidad infantil también pone en riesgo la salud hepática
El aumento de la obesidad entre los niños está provocando la aparición a edades más tempranas de patologías que antes eran solo de adultos. Tal como ha ocurrido con la diabetes tipo 2, un fenómeno que preocupa a los especialistas en el mundo es el mayor número de consultas por hígado graso no alcohólico, cuya prevalencia la ubica ahora como la principal causa de enfermedad hepática a nivel pediátrico.
“Muchos padres saben que la obesidad puede llevar a la diabetes tipo 2 y a otros problemas metabólicos, pero hay mucha menos conciencia de que la obesidad, incluso en los niños pequeños, puede producir una enfermedad hepática grave”, advierte la doctora Jennifer Woo Baidal, investigadora de la U. de Columbia en Nueva York.
La preocupación pasa porque el hígado graso es una patología que a largo plazo puede llevar al desarrollo de cirrosis o cáncer hepático, precisa la especialista, quien presentó un estudio sobre el tema en la reciente ObesityWeek 2018, el mayor congreso internacional sobre obesidad, realizado en EE.UU.
Reversible
Esta patología, que no genera síntomas, se produce cuando en el hígado se acumula demasiada grasa, lo que provoca una inflamación que causa daño hepático. “Está altamente relacionada con la obesidad y, en especial, con el exceso de hidratos de carbono y de azúcares en la dieta, más que las grasas”, precisa el doctor José Landaeta, pediatra de la U. San Sebastián.
De hecho, se trata de un problema reversible si la persona baja de peso. “Por eso es importante que los niños se alimenten bien y sano, eliminando las bebidas azucaradas, los alimentos procesados y realizando actividad física. A diferencia de los adultos, en los niños hay tiempo de actuar”.
Un llamado importante si se considera que en el país el 25% de los preescolares ya tienen obesidad. A nivel global, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), más de 41 millones de niños menores de cinco años tienen sobrepeso u obesidad.
En un estudio realizado por la doctora Woo en 635 niños, se determinó que un diámetro de cintura de mayor tamaño a los tres años de edad eleva el riesgo de presentar un marcador de daño hepático -conocido como ALT- e hígado graso a los ocho años.
Alrededor del 35% de los niños obesos de 8 años tenían un ALT elevado, frente al 20% de los niños cuyo peso era normal. “Algunos médicos miden los niveles de ALT en los niños en riesgo a partir de los 10 años, pero nuestros hallazgos subrayan la importancia de actuar a una edad más temprana para prevenir el aumento excesivo de peso y la subsiguiente inflamación del hígado”, sugiere Woo.
“Necesitamos con urgencia unas mejores formas de evaluar, diagnosticar, prevenir y tratar esta enfermedad desde la niñez”, puntualizó la investigadora.