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Descubre las innovaciones que se esconden tras los alimentos que comes

La industria desarrolla nuevos productos y transforma los más clásicos para satisfacer las necesidades de los consumidores, cada vez más conscientes de la importancia de la dieta en la salud

La existencia de una relación directa entre la dieta y la salud no es algo nuevo. Ya en la antigua China se conocía la importancia de cuidar la primera para mejorar la segunda y el griego Hipócrates, al que muchos consideran el padre de la medicina actual, hablaba hace más de dos siglos de los alimentos como un factor fundamental para mantenernos sanos. Sin embargo, en los últimos años viene observándose un renovado interés por la alimentación y su papel en el bienestar de las personas.

Los ciudadanos, cada vez más informados, escuchan las advertencias de los expertos que señalan que muchas de las enfermedades que más afectan a la sociedad —como el cáncer, la obesidad, la hipertensión y los trastornos cardiovasculares— están estrechamente relacionadas con los hábitos alimenticios. La salud es precisamente la principal motivación de los españoles a la hora de cambiar su dieta, según el estudio ‘La alimentación sostenible en España’, elaborado por la firma IPSOS para la Fundación Daniel y Nina Carasso.

Reflejo de esta creciente preocupación es que los consumidores ya no se limitan a mirar el precio o el tipo de producto que compran en los supermercados, sino que cada vez exigen una mayor calidad tanto en el proceso de fabricación como en los ingredientes que contienen. Una tendencia que ha repercutido en la industria alimentaria.

Consciente de su importante papel, el sector ha asumido su responsabilidad en el desarrollo de nuevos productos y la transformación de los más clásicos para que respondan a las necesidades y demandas de los consumidores. Es por eso que las estanterías albergan cada vez más alimentos adaptados a personas intolerantes (como los libres de lactosa o de gluten), con fórmulas vegetarianas o veganas y etiquetados como más ecológicos y sostenibles.

La innovación como motor de cambio

En este camino hacia lo saludable, la innovación y la tecnología se han convertido en las principales herramientas de las empresas del sector y una especialmente importante en casos como el de los superalimentos o los alimentos funcionales. Ambos son prueba de que los consumidores buscan no solo las versiones más sanas de los productos tradicionales, sino también aquellas con propiedades que suponen un plus de bienestar.

En este sentido, los alimentos funcionales —cualquiera, en forma natural o procesada, que contiene ingredientes favorecen la salud, capacidad física y estado mental de las personas— han evolucionado mucho en las últimas décadas. De incorporar las primeras fortificaciones con vitaminas y minerales, han pasado a incluir componentes como los ácidos grasos Omega 3 o los probióticos.

Más allá de su aporte nutricional, este tipo de sustancias contribuyen a prevenir enfermedades y al buen funcionamiento de piezas clave del organismo humano, como el sistema cardiovascular o el gastrointestinal.

La innovación y el desarrollo aplicados a la industria alimentaria permiten, además, impulsar mejoras en otros aspectos de la producción, como las tecnologías de congelación o los materiales utilizados para el envasado, con soluciones que garantizan la calidad de los alimentos y una mayor sostenibilidad.

Mejora y adaptación continuas

Uno de los mejores ejemplos de adaptación a las demandas cambiantes de los consumidores es el del Grupo Dulcesol, que ha creado recientemente el Centro de Innovación en Nutrición y Salud. Este surge con el objetivo de situar en el centro a los consumidores, su preocupación por la salud y los cambios de hábitos de alimentación que viviremos en los próximos años.

El centro permitirá a la empresa adaptarse a las nuevas necesidades y a la demanda de productos cada vez más saludables, como aquellos con menor contenido de azúcar, grasas saturadas y sal. Además, trabajará para elaborar productos funcionales beneficiosos para la salud, con ingredientes como microalgas o probióticos.

Fruto de estos esfuerzos innovadores es la introducción de nuevos productos y marcas que suponen la entrada del grupo fabricante en nuevas categorías de productos de alimentación, cuyos perfiles, en algunos casos, encajan precisamente en el perfil de los considerados ecológicos o funcionales.

ntre las nuevas incorporaciones destacan Mi Menú BIO, un amplio abanico de productos (purés y bolsitas) destinados al consumo infantil, a base de frutas y verduras, diseñados para gustar a los niños y ofrecer la mayor confianza a los mayores. Sus recetas incluyen, por ejemplo, fórmulas con fruta sola o yogur en bolsitas para beber que invitan a los pequeños a servirse solos. Entre los purés, se puede optar por salados (de verduras con lubina, de pollo con arroz y verduras y de verduras con ternera) o dulces (con frutas con cereales o manzana, pera y plátano).

También han desarrollado la línea de productos Be Plus. Se trata de una variedad de ‘smoothies’ bioactivos ecológicos que brinda lo mejor de la despensa en un envase para tomar ‘on the go’. Presenta cuatro variedades a elegir: antioxidante, energizante, ‘detox’ y relajante que, además de ser ricas en frutas y verduras, contienen superalimentos, como el té verde matcha, la quinoa, el ginseng y el alga chlorella.

Con este nuevo centro, presentado el pasado mes de septiembre y enmarcado dentro del Plan estratégico de salud 2010- 2018 de la firma, el Grupo Dulcesol garantiza su compromiso con el bienestar de los consumidores y empleados. Además, esta institución aglutinará las diferentes iniciativas, relacionadas con la salud del fabricante, a desarrollar dentro de tres líneas: I+D aplicado a la salud, mejora nutricional de los productos y fomento de los hábitos saludables.

Bioquímico descubrió que el maqui elimina 80 por ciento de células de cáncer de endometrio

“Se muele el fruto del maqui, se deja como un polvo fino y se macera en etanol por 72 horas, más o menos”, cuenta Javier Mena, bioquímico y estudiante de doctorado en biotecnología de la Usach. En el Laboratorio de Inmunología de la Reproducción de esa universidad, así comienzan los experimentos para probar si estas bolitas de color violeta oscuro pueden combatir el cáncer de endometrio, la mucosa de la pared interna del útero. “Después diluimos ese extracto y vemos su efecto en las células. Probamos en distintas concentraciones”, explica Mena. Las células de cáncer que usan tienen su historia. El 14 de octubre de 1980, una mujer acudió al Hospital Universitario de Tsukuba, en Japón, con cáncer de endometrio. El tumor fue extirpado, pero las células se cultivaron y hasta hoy son la base de las investigaciones en todo el mundo. Se llaman Células Ishikawa. El trabajo de Javier Mena es microscópico. Con micropipetas, un instrumento de laboratorio utilizado para manejar pequeñas cantidades de líquidos, agrega dosis de este extracto de maqui a las células cancerígenas sobre placas de cultivo. “Trabajamos con volúmenes de 200 microlitros”, explica. Un microlitro es la millonésima parte de un litro. Luego, cada ciertas horas, compara los efectos del extracto de maqui con los que produce en el mismo tipo de células el paclitaxel, un fármaco que se usa en la quimioterapia de cáncer de endometrio. “A las 72 horas tienen efectos similares. Eliminan alrededor del 80 por ciento de las células cancerígenas”, explica. El extracto de maqui ayudaría a los tratamientos actuales de este tipo de cáncer. “Generalmente, después de unos meses con qumioterapia, se genera una resistencia en los pacientes: la quimioterapia ya no mata el cáncer. Lo que queremos es que no ocurra eso. Queremos hacerla más potente”, explica. Sin embargo, no descarta crear algún producto que ayude a prevenir esta enfermedad o a tratarla localizadamente. “Tenemos que ver si vamos a hacer un suplemento alimenticio, quizás, o algún dispositivo para aplicar directamente al tumor, como un anillo vaginal, probablemente”, explica. En todo caso, aún falta bastante para terminar los análisis en células. “El maqui se está utilizando mucho, no sólo como anticancerígeno, sino que también como antimicrobiano. Estudios anteriores han determinado que el maqui tiene un alto contenido de moléculas antioxidantes. También puede estimular la Vitamina C. Uno de los objetivos de nuestro laboratorio fue ver si podía tener actividad anticancerígena”, explica Pedro Orihuela, doctor en ciencias biológicas, director del Laboratorio de Inmunología de la Reproducción de la Usach y profesor guía de Javier Mena. Omar Nazzal, ex presidente de la Sociedad Chilena de Obstetricia y Ginecología, explica que el cáncer de endometrio afecta fundamentalmente a la mujer después de su menopausia. “Es el tercero más frecuente de los cánceres ginecológicos. Primero están el de mamas y el de cuello uterino. El de endometrio es un cáncer que mata a una mujer cada dos días en Chile”, cuenta. Sus factores de riesgo son obesidad o sobrepeso, hipertensión arterial y diabetes. “Si uno mira el perfil de la población en Chile, que está envejeciendo, que tiene sobre 70 por ciento sobrepeso y obesidad en las mujeres, es claramente un cáncer que va a ir en aumento”, cuenta.

“Hoy existe más conciencia de evitar enfermedades crónicas no transmisibles, por lo que las personas buscan una alimentación más saludable”

En entrevista con el programa “El Agro” de Radio Agricultura, Ximena López y Angélica Fellenberg, directoras del Consorcio IFAN, destacaron el mayor interés por los alimentos con propiedades saludables y funcionales, el desafío de la industria para convertir a Chile en potencia mundial en alimentos y los proyectos que se están desarrollando a través de este consorcio en el que participan la academia y el mundo privado.

 

El aumento del consumo de alimentos saludables está creciendo rápido debido a las enfermedades crónicas no transmisibles: nos está haciendo cambiar la forma cómo nos alimentamos y es por ello que estamos haciendo conciencia para estar y sentirnos mejor. Somos lo que comemos.

Los desafíos de innovar, crear y producir alimentos con ingredientes funcionales es un tema que está en los objetivos principales de IFAN. “Que el alimento sea funcional significa que debe generar un aporte más allá de lo nutritivo, por ejemplo, que una fibra ayude a bajar el colesterol”, comenta Ximena López, Directora de IFAN. “La tendencia actual es incorporar los ingredientes que otorguen funcionalidad a los alimentos”, agrega.

“Esta tendencia significó limpiar muchos alimentos de ingredientes críticos, aquellos que no son buenos para la salud. Este es un punto de partida, introducir menos procesos a los alimentos y que tengan menos químicos”, comenta por su parte, María Angélica Fellenberg, Directora de IFAN. “Se hablan de alimentos con propiedades saludable o funcionales y desde ese punto de vista se debe utilizar un alimento que tenga como matriz que sea consumido por gran parte de la población. Tiene que tener un ingredientes que sí se ha demostrado que previene ciertas enfermedades”, agrega.

Para escuchar la entrevista completa y conocer los proyectos en los que está trabajando IFAN, acceder a:

https://www.radioagricultura.cl/podcasts/2018/10/27/el-agro-sabado-27-octubre-2018.html

Ingredientes Funcionales y aditivos naturales

Un “ingrediente funcional” es aquél que se añade a un alimento consumido como parte de la dieta diaria y que es capaz de producir efectos beneficiosos, científicamente comprobados, en la mejora de la salud o/y en la reducción de riesgo de patologías. Por su parte, Los “aditivos naturales” son sustancias naturales comestibles que pueden o no tener valor nutritivo y que se añaden a los alimentos durante su fabricación, transformación, preparación, tratamiento, envasado, transporte o almacenamiento con un propósito tecnológico.

Los ingredientes funcionales proporcionan beneficios fisiológicos no-nutricionales que pueden mejorar la salud. Por su parte, los aditivos origen natural que agregan un beneficio particular demostrado al producto final, destacándose los preservantes, texturizantes, estabilizantes, espesantes, colorantes y realzantes de sabor, y que por su especificidad, efectividad y eficiencia presentan un alto valor comercial.

Estos ingredientes y aditivos se desarrollan principalmente a partir materias primas que existen en abundancia en Chile y otras que tienen características de origen que las hacen particulares representando un alto potencial de agregación de valor en el mercado por sus propiedades o atributos saludables. Entre las principales materias primas se destacan las algas, los cereales y derivados de lácteos.