03 DE JULIO DE 2017 / Revista el Campo, El Mercurio

La nueva apuesta exportadora de los alimentos chilenos

Con una inversión en torno a US$ 100 millones por parte de Corfo, el objetivo es diversificar la oferta de estos productos, incorporando al menos diez nuevas categorías de ingredientes que exporten US$ 40 millones al año cada una en la próxima década.




La nueva apuesta exportadora de los alimentos chilenos

Los datos de las exportaciones de alimentos muestran que el eslogan de “Chile, potencia alimentaria” aún no se ha convertido en una realidad. Pese al aumento de volumen de los envíos del sector, el país representa solo el 1,16% del mercado mundial de alimentos y durante los últimos veinte años ha mantenido estable su oferta exportadora en unas 60 categorías de productos, menos de la mitad que los países líderes del rubro.

Una de las metas que se ha propuesto Corfo es impulsar con acciones concretas al sector, para posicionar a Chile entre los diez principales productores de alimentos saludables del mundo en 2030, con una fuerte apuesta por diversificar la oferta y hacerla más sofisticada, algo para lo cual se invertirán US$ 100 millones entre 2016 y este año.

“Nuestra oferta actual está cargada en un 74% a los alimentos frescos, mientras que en los países líderes, como Francia, Italia o Alemania, está mucho más inclinada hacia los productos procesados. Entonces, si Chile quiere ser top ten en alimentos a nivel mundial, tenemos que crear una industria que aún no hemos desarrollado”, explica el gerente de innovación del Programa Estratégico Nacional en Alimentos de Corfo, Francisco Rossier.

Entre los objetivos del programa está casi duplicar las exportaciones de alimentos en un plazo de diez años -pasando de US$ 18 mil millones a US$ 32 mil millones-, para lo que se requiere crecer al 5% anual. Una de las fórmulas para ello sería impulsar nuevos rubros, como el de los ingredientes naturales y funcionales, que a nivel mundial crece a tasas de entre 7% y 8% cada año, y en el que Chile hoy participa en menos de cinco categorías relevantes.

“En diez años, pretendemos que Chile comience a exportar diez nuevas categorías en este sector, con envíos de al menos US$ 40 millones al año en cada una”, proyecta Francisco Rossier.

Se trata de generar productos nuevos, utilizando como base algunos cultivos o producciones alimentarias. Y la idea no es sumar valor agregado a lo que ya existe, es decir, no se busca hacer un nuevo tipo de queso, sino que extraer las proteínas, minerales u otras características, para convertirlos en ingredientes que reemplacen a productos químicos que hoy se utilizan en los alimentos.

El programa de alimentos también está impulsando iniciativas relacionadas con la fruticultura de exportación y los embalajes, pero la mayor parte de los recursos se ha destinado al área de ingredientes funcionales, con el 34% de esos US$ 100 millones.

Allí, el foco está puesto especialmente en los productos que puedan obtenerse a partir de algas, subproductos derivados de los lácteos y antioxidantes a partir de los berries, además de ingredientes desarrollados con cereales, en lo cual varias empresas ya están trabajando.

Y si bien la iniciativa es relativamente nueva, ya hay diversos organismos y empresas que, desde distintas áreas, buscan desarrollar estos nuevos productos.

El impulso de IFAN

Uno de los puntos de partida para el desarrollo de esta área exportadora es el Consorcio Alimentario de Ingredientes Funcionales y Aditivos Naturales, IFAN, lanzado a mediados de abril, en el que participa un grupo de universidades y empresas, con la meta de desarrollar a lo menos 15 nuevos productos en un plazo de ocho años, y al cual se le asignaron casi $7.500 millones.

“Estamos apostando a cosas prácticas, con una clara visión de lo que el consumidor requiere. Queremos posicionarnos en ingredientes que vayan en los alimentos tradicionales, para demostrar que es posible sustituir importaciones de proteínas, fibras y azúcares. Y, por otro lado, queremos utilizar tecnologías modernas de encapsulación para llegar a hacer cosas sofisticadas, como colorantes provenientes de algas, y sustituir químicos por ácidos orgánicos”, explica la directora de IFAN, Ximena López.

También detalla que las distintas empresas que participan del consorcio están enfocadas en las algas, cereales y subproductos que se pueden obtener de los quesos. En el primer caso, lo más avanzado es un prototipo de quemador natural de grasas para usar en confites, helados y lácteos, además de un proyecto para obtener extractos lipídicos de las algas en la Región de Magallanes, mientras que en cereales uno de los focos estará puesto en la avena.

“También tomamos carmenere, pinot noir y cabernet sauvignon y estamos aislando las bacterias que crecen en la cáscara de las uvas, para obtener notas más frutales y sabores de microorganismos que crecen naturalmente en ellas”, agrega.

Francisco Rossier aclara que el desarrollo de ingredientes no solo se concentrará en el IFAN, sino que también en llamados a concurso con distintos instrumentos de Corfo y FIA, para empresas más pequeñas, y en un centro tecnológico que comenzará a funcionar a fines del próximo año, a cargo de Fraunhofer y de las universidades de Chile, Católica y de Talca, para operar como una gran planta piloto para los nuevos ingredientes, con una escala de operación mayor a la de laboratorio.

“Poco a poco queremos que la investigación esté más alineada con las oportunidades comerciales y necesidades de la industria, para eso también queremos mejorar la información a la que acceden los investigadores”, plantea.


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